Hoy en día el legítimo derecho de opinar que tenemos todos corre peligro ante un sector que exige «tolerancia y respeto» pero que ni es tolerante ni respeta a la mayoría.
Es una minoría enquistada en el Estado y desde ese espacio busca imponer una agenda que atenta contra el Orden Natural y por ende implícitamente contra la Familia, célula de la Sociedad.
Hablamos de un Orden Natural porque así lo demuestra la realidad. Ustedes que me leen no existirían si un hombre y una mujer no los hubieran procreado. Tan simple de entender como la «tabla del uno».
Sin embargo, «gracias» a una ideología que busca «los tres pies al gato» intenta transgredir el mencionado Orden y todo aquel que esté en contra de ello no es «progresista», es «fóbico» y no tiene derecho a opinar.
La estrategia es clara, quienes atentan contra la Sociedad se victimizan y reclaman «derechos» obviando que lo que ellos reclaman lesionan legítimos derechos de una mayoría. Reclaman «derechos» pero no respetan los derechos de los demás. No importando si con sus actos pervierten a inocentes niños.
Está claro que nadie promueve el ataque contra ningún ser humano pero también está claro que el derecho a proteger a la Sociedad, tal como nuestra Constitución lo prevé, está en peligro.
Ya hemos visto cómo en otros países se ataca Iglesias y a todos los que mayoritariamente pensamos diferente. Grupos «feministas» promueven el odio y otros aliados alientan la muerte (abortistas) y la destrucción social (legalización del uso «recreativo» de la droga).
Cabe entonces hacernos al menos dos preguntas, ¿quién promueve el odio?, ¿quiénes no son ni tolerantes ni respetuosos?